¡Complejos!

Una mañana desperté con la mentalidad de que no era Yo. Tal vez me sentía totalmente convencida que no era Yo, sentía que era ella, la personita frente al espejo que finge ser mi reflejo, usurpadora de mañanas débiles y estafadora de mil y un complejos.

Por primera vez me decidí a usar ese disfraz indecente convencido que solo así podría olvidarme de mis penas.

Pase por la calle preguntándome, ¿la gente vera lo que yo veo ahora? Enredada entre el debate de mi imaginación y la realidad.

Mis ojos se han convertido en lo que una vida llena de satisfacción y debilidades provoca; con sus parpadeos de tiernos días a maravillosos años.

Quien lo iba a imaginar, un dulce beso tan empalagoso y tan agrio, recortando mis labios repentinamente de una boca desconocida de un reflejo siniestro que corta lentamente con su boca esa fantasía absurda de mi nuevo día. Intentando desgarrar su semejanza con cualquier otro labio masculino. Su repentino intento de desesperación despierta en mí esa sensación de debilidad.